Llegó la segunda derrota de la era Vázquez tan solo siete días después de que llegase la primera. Y la decepción fue mayúscula. Si bien contra el Bilbao Athletic se dejaron llevar, contra el Numancia el equipo apenas compareció. Desde el primer minuto entregaron el balón a los locales y se limitaron a contemplar la lección magistral que impartió Julio Álvarez en el centro del campo. El invento del técnico en el centro del campo salió rana y, si bien con empate a cero se tuvieron ocasiones, con el marcador en contra el Mallorca se limitó a perseguir sombras. La única buena noticia del encuentro fue que Cabrero demostró estar en un buen nivel de forma, porque de lo contrario uno no sabe cómo habría acabado la broma.
Fernando Vázquez alineó a toda la artillería que tenía disponible. Los tres fichajes más sonados y sus dos cláusulas coincidían en el terreno de juego. Se juntaron desde el inicio sobre el verde Pereira, Lago Júnior, Óscar Díaz (que volvía tras dos semanas a Los Pajaritos, esta vez, como visitante) y Alfredo Ortuño. Desborde y gol que hacía que no se le pudiese recriminar, de inicio, absolutamente nada al técnico gallego. Las terribles bajas de Héctor Yuste y Sissoko en el medio las cubrirían Damià, invisible, y un Kasim superado.
Arropados por su afición y por la calefacción que se inauguraba en Los Pajaritos, los locales fueron los primeros en avisar. Vicente Pérez a los dos minutos tuvo un intento de vaselina que se marchó por encima del travesaño de la portería de, hoy, Jesús Cabrero. Al minuto siguiente, los bermellones (hoy de blanco) responderían con un centro de Michael Pereira desde la banda izquierda que Óscar Díaz no acertó con el remate de cabeza. Pasado el cuarto de hora, Pedraza puso a prueba al guardameta aragonés con una clara ocasión tras un pase de la muerte de Vicente. A los diecinueve minutos, un penalti que solamente vio Munuera Montero por supuesto empujón de David Costas a Álex Alegría fue transformado por Julio Álvarez para adelantar a los numantinos.
Tras el tanto, Cabrero salvaría dos ocasiones más fruto del shock en el que habían entrado los mallorquinistas en el partido. Los visitantes estaban desorientados y con un Kasim sin capacidad ninguna para dirigir un centro del campo que jugada tras jugada se veía superado por el equipo de Jagoba Arrasate. Concretamente tardaron 25 minutos en reaccionar. En los últimos dos minutos de la primera mitad, por medio de tres saques de esquina, el Mallorca pudo igualar el encuentro. Pero no se llegó a rematar con peligro. Los insulares se fueron al descanso conscientes de haber hecho una de las peores primeras partes de toda la temporada.
La segunda mitad comenzó como terminó la primera: con el Numancia atacando por las dos bandas. Sin embargo, en el descanso se produjo un cambio. Diogo Salomao saltó al terreno de juego en sustitución de Michael Pereira, que fue trasladado al hospital debido a un fuerte golpe en la cara. Vicente, que fue un dolor de muelas para toda la zaga bermellona, penetró por la banda izquierda y Cabrero volvió a salvar el segundo tanto local. Con el paso de los minutos la ansiedad se apoderó de los mallorquinistas que veían como dejaban pasar otra oportunidad de, no sólo marcar, sino de crear ocasiones y generar un mínimo de peligro. Ese conjunto de sensaciones se englobaron en un solo concepto: impotencia.
A los veinte minutos de la segunda parte entró Pol Roigé para intentar zarandear a una defensa numantina que apenas había tenido trabajo durante el encuentro. El sacrificado fue Ortuño, que fue intrascendente. Dos minutos después, Julio Álvarez anotó el segundo tanto del encuentro, esta vez de falta directa. Fernando Vázquez quiso quemar todas sus naves y dio entrada a Brandon por un abucheado Óscar Díaz, que, al igual que todo el ataque, apenas tuvo trascendencia.
Dos partidos, contra Gimnàstic (4º) y Huesca (17º) son los que le quedan al Mallorca antes de abrir la puerta de las tres cifras. Estos dos últimos partidos eran dos oportunidades muy buenas para intentar escalar posiciones en la clasificación. Dos rivales que luchan por el descenso y que el Mallorca ha acusado los escasos centrocampistas que tiene en nómina. Sin Sissoko y Yuste el equipo se constipa, es un hecho. Ahora debe saber manejar bien los tiempos el técnico gallego para volver a la senda de la victoria, porque, como decía José Mourinho, "uno ha de trabajar para que la derrota sea el fin de un ciclo de victorias, no el inicio de un ciclo de derrotas".
Fernando Vázquez alineó a toda la artillería que tenía disponible. Los tres fichajes más sonados y sus dos cláusulas coincidían en el terreno de juego. Se juntaron desde el inicio sobre el verde Pereira, Lago Júnior, Óscar Díaz (que volvía tras dos semanas a Los Pajaritos, esta vez, como visitante) y Alfredo Ortuño. Desborde y gol que hacía que no se le pudiese recriminar, de inicio, absolutamente nada al técnico gallego. Las terribles bajas de Héctor Yuste y Sissoko en el medio las cubrirían Damià, invisible, y un Kasim superado.
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Aveldaño, luchando un balón durante el encuentro / Imagen: LFP |
Arropados por su afición y por la calefacción que se inauguraba en Los Pajaritos, los locales fueron los primeros en avisar. Vicente Pérez a los dos minutos tuvo un intento de vaselina que se marchó por encima del travesaño de la portería de, hoy, Jesús Cabrero. Al minuto siguiente, los bermellones (hoy de blanco) responderían con un centro de Michael Pereira desde la banda izquierda que Óscar Díaz no acertó con el remate de cabeza. Pasado el cuarto de hora, Pedraza puso a prueba al guardameta aragonés con una clara ocasión tras un pase de la muerte de Vicente. A los diecinueve minutos, un penalti que solamente vio Munuera Montero por supuesto empujón de David Costas a Álex Alegría fue transformado por Julio Álvarez para adelantar a los numantinos.
Tras el tanto, Cabrero salvaría dos ocasiones más fruto del shock en el que habían entrado los mallorquinistas en el partido. Los visitantes estaban desorientados y con un Kasim sin capacidad ninguna para dirigir un centro del campo que jugada tras jugada se veía superado por el equipo de Jagoba Arrasate. Concretamente tardaron 25 minutos en reaccionar. En los últimos dos minutos de la primera mitad, por medio de tres saques de esquina, el Mallorca pudo igualar el encuentro. Pero no se llegó a rematar con peligro. Los insulares se fueron al descanso conscientes de haber hecho una de las peores primeras partes de toda la temporada.
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Javier Tebas y Maheta Molango, presenciando el encuentro / Imagen: LFP |
La segunda mitad comenzó como terminó la primera: con el Numancia atacando por las dos bandas. Sin embargo, en el descanso se produjo un cambio. Diogo Salomao saltó al terreno de juego en sustitución de Michael Pereira, que fue trasladado al hospital debido a un fuerte golpe en la cara. Vicente, que fue un dolor de muelas para toda la zaga bermellona, penetró por la banda izquierda y Cabrero volvió a salvar el segundo tanto local. Con el paso de los minutos la ansiedad se apoderó de los mallorquinistas que veían como dejaban pasar otra oportunidad de, no sólo marcar, sino de crear ocasiones y generar un mínimo de peligro. Ese conjunto de sensaciones se englobaron en un solo concepto: impotencia.
A los veinte minutos de la segunda parte entró Pol Roigé para intentar zarandear a una defensa numantina que apenas había tenido trabajo durante el encuentro. El sacrificado fue Ortuño, que fue intrascendente. Dos minutos después, Julio Álvarez anotó el segundo tanto del encuentro, esta vez de falta directa. Fernando Vázquez quiso quemar todas sus naves y dio entrada a Brandon por un abucheado Óscar Díaz, que, al igual que todo el ataque, apenas tuvo trascendencia.
Dos partidos, contra Gimnàstic (4º) y Huesca (17º) son los que le quedan al Mallorca antes de abrir la puerta de las tres cifras. Estos dos últimos partidos eran dos oportunidades muy buenas para intentar escalar posiciones en la clasificación. Dos rivales que luchan por el descenso y que el Mallorca ha acusado los escasos centrocampistas que tiene en nómina. Sin Sissoko y Yuste el equipo se constipa, es un hecho. Ahora debe saber manejar bien los tiempos el técnico gallego para volver a la senda de la victoria, porque, como decía José Mourinho, "uno ha de trabajar para que la derrota sea el fin de un ciclo de victorias, no el inicio de un ciclo de derrotas".
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