Con el empate en el Benito Villamarín de hace dos semanas en mente, el Real Madrid se presentaba en Los Cármenes consciente de que no podía dejarse más puntos si quería seguir optando a la lucha por la Liga. Ya lo había advertido el día anterior Zinedine Zidane en rueda de prensa. Y por poco no se los dejó. Concretamente, por los pocos centímetros a los que estuvo el balón que colocó Modric en la escuadra para darle el triunfo a los blancos. Un Madrid que deambuló por el campo y estuvo a remolque durante gran parte del partido ante un Granada combativo, motivado y timoneado por un espectacular Rubén Rochina.
El partido comenzó muy disputado. José Ramón Sandoval alineó al recién fichado Ricardo Costa, que formó pareja de centrales junto con Lombán. El Granada plantó cara a los de Zidane desde los primeros minutos de encuentro. El Madrid entró en el encuentro con la misma marcha que contra el Betis o contra el Valencia. Intentaba las transacciones rápidas pero se encontró con un gran trabajo en el centro del campo granadino de Fran Rico y, sobretodo, de Rubén Pérez, que ejerció de box to box. Estaban lentos e imprecisos. El peligro local llegó gracias a la electricidad de Adalberto Peñaranda y al descaro de Success, que en más de una ocasión creó problemas a la zaga madridista. Los blancos, por su parte, fiaron su peligro a los continuos desmarques de Benzema y a los pases de Toni Kroos y Modric.
A la media hora de encuentro, Isco puso un magnífico pase entre líneas a Carvajal y el lateral derecho asistió dentro del área a Benzema para que anotase a quemarropa el primer tanto de la noche. El gol blanco no impidió que los locales siguiesen buscando el gol. Peñaranda, David Barral, que también debutaba en el conjunto nazarí, y Rochina fueron todo un dolor de cabeza para los centrales. También para Marcelo, que se vio desbordado en más de una ocasión. Los locales acabaron la primera mitad presionando muy arriba, acumulando hasta siete jugadores en campo contrario y teniendo el empate en las botas de Rochina. Muy buena primera parte de los de Sandoval, que no parecían un equipo en descenso.
La segunda mitad arrancó con un magnífico cabezazo de David Barral que paró Keylor Navas y con una contestación de Modric que paró Andrés Fernández. Una grave pérdida de Modric, pilló descolocado a Sergio Ramos y lo aprovechó El Arabi para anotar el empate en el marcador. Los blancos fueron adelantando líneas y el Granada lo aprovechó muy bien para buscar rápido la contra y hacer daño a una defensa que ofrecía más dudas que seguridad. Pero en el minuto 84, un balón que Modric recibió en la frontal del área, sin presión por parte de la defensa local, lo colocó el croata por la escuadra para anotar el segundo de los blancos. El Madrid sin merecerlo y a remolque durante toda la segunda mitad se encontraba con un gol que le permitía seguir presionando a Barça y Atlético por el título de Liga.
Los blancos estuvieron a cinco minutos de despedirse definitivamente de la Liga. Lo sé. Hubiese ganado o hubiese perdido quedaba mucha Liga diréis. Mucha Liga para, muy de forma remota, aprovechar algún pinchazo del Barça (si lo hay), y mucha Liga para acabar de tirarse del último vagón en un pinchazo futuro. Sobre el verde se vio el pésimo estado físico de varios jugadores fruto de la herencia que dejó Rafa Benítez. No lo olvidemos. La pretemporada la hizo él. Pero, al fin y al cabo, se ganó. Un partido más que los blancos salvan fuera de casa, que, viendo los precedentes que lleva, no está mal ganar por fin.
El partido comenzó muy disputado. José Ramón Sandoval alineó al recién fichado Ricardo Costa, que formó pareja de centrales junto con Lombán. El Granada plantó cara a los de Zidane desde los primeros minutos de encuentro. El Madrid entró en el encuentro con la misma marcha que contra el Betis o contra el Valencia. Intentaba las transacciones rápidas pero se encontró con un gran trabajo en el centro del campo granadino de Fran Rico y, sobretodo, de Rubén Pérez, que ejerció de box to box. Estaban lentos e imprecisos. El peligro local llegó gracias a la electricidad de Adalberto Peñaranda y al descaro de Success, que en más de una ocasión creó problemas a la zaga madridista. Los blancos, por su parte, fiaron su peligro a los continuos desmarques de Benzema y a los pases de Toni Kroos y Modric.
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Luka Modric, en un momento del encuentro / Imagen: LFP |
A la media hora de encuentro, Isco puso un magnífico pase entre líneas a Carvajal y el lateral derecho asistió dentro del área a Benzema para que anotase a quemarropa el primer tanto de la noche. El gol blanco no impidió que los locales siguiesen buscando el gol. Peñaranda, David Barral, que también debutaba en el conjunto nazarí, y Rochina fueron todo un dolor de cabeza para los centrales. También para Marcelo, que se vio desbordado en más de una ocasión. Los locales acabaron la primera mitad presionando muy arriba, acumulando hasta siete jugadores en campo contrario y teniendo el empate en las botas de Rochina. Muy buena primera parte de los de Sandoval, que no parecían un equipo en descenso.
La segunda mitad arrancó con un magnífico cabezazo de David Barral que paró Keylor Navas y con una contestación de Modric que paró Andrés Fernández. Una grave pérdida de Modric, pilló descolocado a Sergio Ramos y lo aprovechó El Arabi para anotar el empate en el marcador. Los blancos fueron adelantando líneas y el Granada lo aprovechó muy bien para buscar rápido la contra y hacer daño a una defensa que ofrecía más dudas que seguridad. Pero en el minuto 84, un balón que Modric recibió en la frontal del área, sin presión por parte de la defensa local, lo colocó el croata por la escuadra para anotar el segundo de los blancos. El Madrid sin merecerlo y a remolque durante toda la segunda mitad se encontraba con un gol que le permitía seguir presionando a Barça y Atlético por el título de Liga.
Los blancos estuvieron a cinco minutos de despedirse definitivamente de la Liga. Lo sé. Hubiese ganado o hubiese perdido quedaba mucha Liga diréis. Mucha Liga para, muy de forma remota, aprovechar algún pinchazo del Barça (si lo hay), y mucha Liga para acabar de tirarse del último vagón en un pinchazo futuro. Sobre el verde se vio el pésimo estado físico de varios jugadores fruto de la herencia que dejó Rafa Benítez. No lo olvidemos. La pretemporada la hizo él. Pero, al fin y al cabo, se ganó. Un partido más que los blancos salvan fuera de casa, que, viendo los precedentes que lleva, no está mal ganar por fin.
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