Cortocircuito en la Costa Brava

Cortocircuito en la Costa Brava

El Mallorca de los cien años también pierde. Se dejó tres puntos y tres goles contra el Llagostera, que mostró un oficio y una ambición inversamente proporcional a la de los mallorquines. Dos goles de Juanjo y uno de Pitu, que aprovechó un despiste en la colocación de la barrera en una falta hicieron justicia a un Mallorca que sigue confundiendo el orden con la intensidad y el defender con el atacar. Quedaron señalados los jugadores, pero también quedó señalado Fernando Vázquez, que solamente el partido del miércoles creo que puede evitar que se piense en su destitución esta semana. 

Si he de ser sincero, no creo que sea problema de actitud ni tampoco de implicación. Por encima de todo, creo que el mayor síntoma que presentan los jugadores del Mallorca es de colapso mental absoluto. Durante toda la pretemporada y hasta el mes de enero jugaron con un estilo radicalmente distinto al que pretende instalar Fernando Vázquez. ¿Se acuerdan? Del toque, toque, toque y toque, y volver a empezar con Chapi Ferrer y, más ofensivo, de Pepe Gálvez al Rock'N'Roll de Fernando Vázquez. Acostumbrados a llevar la iniciativa y a buscar la portería contraria (acuérdense, sólo faltaba gol al Mallorca de Gálvez y Ferrer) al esperarse atrás y salir a la contra del técnico gallego. No es que el Mallorca sea un desastre y no sepa a que juega. Es que juega a defender y, últimamente, defiende mal. 

Séptimo partido de Fernando Vázquez y séptimo once titular distinto. El gallego alineó de nuevo a Timon Wellenreuther tras cumplir sanción por su autoexpulsión contra el Athletic B. Pese a que parecía que la había tomado con el portero tras condenar duramente su acción en público, parece que será el teutón el titularísimo de aquí a final de temporada. También volvió al once Oriol en detrimento de Company y por primera vez salió desde el inicio Adrián Colunga, dejando en el banquillo a Brandon

Acuña y Salomao, disputando un balón / Imagen: LFP

La primera mitad recordó al partido de Los Pajaritos, o al de El Toralín. Perdón, que en este último hubo más ocasiones. El Mallorca salió al terreno de juego más centrado en estar bien ordenado y defender bien que en buscar el gol. Ya lo dijo Fernando Vázquez en sala de prensa: "Tenemos que mejorar las transacciones defensa-ataque". El problema estaba detectado, pero la solución seguía haciéndose de rogar. El primer acercamiento serio local llegó a los diez minutos con un cabezazo de Marcos Tébar que acabó en las manos de Wellenreuther tras una dudosa salida del cancerbero alemán. Los catalanes salieron dispuestos a llevar la iniciativa del encuentro. Los bermellones, replegados y sin sufrir en exceso, esperaron el momento adecuado para salir a la contra a través del envío de balones a Lago Júnior, un día más, el más único peligroso de los insulares.

Pero el peligro mallorquinista se fue disolviendo poco a poco desde el momento en que, a mitad de la primera parte, se cambiaron de bandas, no sé muy bien con qué fin, el costamarfileño y Salomao. A la media hora de encuentro, un disparo de Chumbi quedó rebotado en Wellenreuther y Juanjo lo aprovechó para poner por delante a los locales. La pasividad en defensa de temporadas pasadas, que parecía que este año por momentos había desaparecido, volvió al primer plano para ayudar al Llagostera a ponerse por delante. Error grave de la defensa mallorquinista que se limitó a defender con la mirada y a mirar más al linier que al delantero para pedir fuera de juego. Al tanto catalán los bermellones respondieron con la única ocasión que tuvieron en los primeros cuarenta y cinco minutos: un cabezazo de Aveldaño  que paró René para evitar el empate. 

Doce minutos tras la reanudación, Pitu aprovechó una distracción de la defensa y de Wellenreuther, que estaba colocando la barrera, para marcar de falta y aumentar las distancias en el marcador. Los jugadores bermellones (hoy de blanco) montaron en cólera en lugar de reconocer un despiste que hablaba por sí mismo del caos mental que sufre este equipo. Ante esto, el técnico de Castrofeito quitó a Truyols y metió a Alfredo Ortuño en un ataque de desesperación por buscar la igualada de un partido en el que los bermellones apenas habían competido. Pero la cosa no acabó aquí. Dos minutos después, una jugada de Samu De Los Reyes por la banda izquierda acabó con un centro que aprovechó Juanjo para anotar su segundo tanto particular y el tercero para los catalanes. 

Entraron Manuel Arana y Brandon para intentar adornar un resultado que a palo seco dolerá mucho en Son Bibiloni. Perder tres a cero contra un equipo que va a descender duele. Pero perder sin apenas haberle creado peligro y habiendo perdido todas las jugadas individuales duele todavía más. No sé si será el último partido de Fernando Vázquez. De hecho, me extrañaría que nombraran a otro técnico teniendo una verdadera final el próximo miércoles para no caer al pozo. Pero lo que es seguro que con la actuación de sus hombres, el técnico gallego ha perdido mucho más crédito del que él mismo esperaba.