"La guerra no la gana quien tiene mejores soldados, sino quien sabe utilizarlos mejor". Esa frase, tan simple, pero que completa tan bien la filosofía del Cholo Simeone, la pronunció el técnico en la rueda de prensa previa al partido contra el Bayern. La verdad es que le quedó como un guante de seda, porque la ha aplicado al partido al cien por cien. No existe en el diccionario la entrada de jugar bien al fútbol. Este deporte es tan diverso como relativo. Dos estilos tan diversos y tan válidos han disputado el partido de ida de las semifinales de Champions. Y Simeone planteó y leyó el partido a las mil maravillas. En la primera mitad consiguieron dominar y desquiciar a los alemanes y en la segunda parte aguantar el chaparrón.
El Atlético puede pasar a la final o puede perder, incluso caer goleado, en el Allianz Arena. Pero se hace muy difícil de prever que el equipo que mejor defiende de Europa se lleve un saco de Alemania. Por el momento, ganó el partido de ida. El fútbol es tan simple como defender y marcar. No hace falta que hagas 200 toques en el centro del campo. Si un patadón del portero llega a tu delantero y la mete es suficiente para que defiendas esta renta. Y esto el Atlético lo hace a la perfección. No es un juego tan vistoso como el Barça de Pep, ni tan eléctrico como el Madrid de Mou, pero es eficaz, que en el fondo es lo más importante en el fútbol. La segunda parte fue una exhibición del Bayern en ataque, que mereció el empate, pero también un festival defensivo y de aguante de los madrileños.
A los once minutos Saúl Ñíguez se disfrazó de Messi para marcar uno de los mejores tantos de esta edición de la Champions. El centrocampista cogió el balón en el medio y poco a poco fue esquivando rivales. Que si Alonso por aquí, que si Thiago por allá y definición al palo largo para poner por delante a los colchoneros. El equipo de Simeone cedió la posesión al Bayern, que por eso está entrenado por Guardiola, y se limitó a defender y buscar el contragolpe, que por esto es el Atleti. Ninguno de los dos equipos sabe jugar a otra cosa.
El Atlético puede pasar a la final o puede perder, incluso caer goleado, en el Allianz Arena. Pero se hace muy difícil de prever que el equipo que mejor defiende de Europa se lleve un saco de Alemania. Por el momento, ganó el partido de ida. El fútbol es tan simple como defender y marcar. No hace falta que hagas 200 toques en el centro del campo. Si un patadón del portero llega a tu delantero y la mete es suficiente para que defiendas esta renta. Y esto el Atlético lo hace a la perfección. No es un juego tan vistoso como el Barça de Pep, ni tan eléctrico como el Madrid de Mou, pero es eficaz, que en el fondo es lo más importante en el fútbol. La segunda parte fue una exhibición del Bayern en ataque, que mereció el empate, pero también un festival defensivo y de aguante de los madrileños.
Fernando Torres disputa un balón con Xabi Alonso / Imagen: LFP |
A los once minutos Saúl Ñíguez se disfrazó de Messi para marcar uno de los mejores tantos de esta edición de la Champions. El centrocampista cogió el balón en el medio y poco a poco fue esquivando rivales. Que si Alonso por aquí, que si Thiago por allá y definición al palo largo para poner por delante a los colchoneros. El equipo de Simeone cedió la posesión al Bayern, que por eso está entrenado por Guardiola, y se limitó a defender y buscar el contragolpe, que por esto es el Atleti. Ninguno de los dos equipos sabe jugar a otra cosa.
Pero el peligro del Atlético no acabó. Antes de la media hora Antoine Griezmann tuvo un mano a mano con Neuer en el que pudo aumentar la ventaja. El cronómetro transcurría sin pena ni gloria y daba la sensación de que el Bayern dominaba en la posesión pero siempre dentro de la telaraña local. Ambos equipos estaban cómodos. Los colchoneros replegados y haciendo daño a la contra y el Bayern tocando a treinta metros del área. Y tan contentos. Los alemanes cayeron en la trampa del Atleti y comenzaron a hacer falta. Pero no se habían dado cuenta de que los rojiblancos habían depurado una técnica que había derivado en un arte de hacer faltas. Y claro, en cada acción teutona, tarjeta amarilla. O eso, o Clattenburg era un poco casero. Yo creo que un poco las dos cosas.
David Alaba fue quien dio el primer susto de la segunda mitad con un potente disparo que se encontró con el travesaño. Los locales dosificaron esfuerzos y se replegaron cediendo toda la posesión del balón al Bayern. A los diez minutos, fue Javi Martínez quien tuvo el empate con un remate de cabeza que paró Oblak. Guardiola optó por agitar todavía más las bandas y dio entrada a Frank Ribéry sentando a Coman. El Bayern acechaba y el Atlético se defendía como podía, o como sabía. Tanto Douglas Costa como Arturo Vidal tuvieron el empate, pero el portero colchonero despejó todo balón que se acercaba. Los colchoneros estaban con el límite de oxígeno. Pero el poco que tuvieron procuraron aprovecharlo bien.
A un cuarto de hora del final, un contragolpe firmado por Griezmann y Torres acabó con un disparo del canterano al palo derecho de Neuer. El rechace acabó en los pies de Koke, cuyo disparo blocó el portero teutón. Simeone optó por dar oxígeno al centro del campo para los últimos minutos metiendo a Thomas. Victoria por 1-0 y la final de Milán se ve un poco más de cerca. Dentro de seis días, los colchoneros deberán de confirmar y hacer asumir a toda Europa que ya no son el equipo sorpresa ni revelación. Un equipo que puede estar en dos finales en los últimos tres años y que derrota a Barça y ¿por qué no? Bayern no puede llevar esa etiqueta. Para ello, deberá desplegar todo ese derroche dentro de seis días, para tenerle en la final... Contra el Real Madrid. Ojalá.
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