La falta de autocontrol está cerca de mandar al Mallorca a Segunda División B. Todavía queda una jornada, pero se lo están ganando con creces. Si bien Fernando Vázquez había dicho en varias ocasiones que se salvaría quien tuviera la cabeza fría y controlara los nervios, hoy todo el Mallorca, desde los jugadores hasta la afición, se han cortocircuitado. Durante el partido y después del partido, que ha acabado con una lamentable batalla campal entre ambos equipos. Es cierto que en el vestuario del Mallorca no sobran neuronas (se ha visto en varias autoexpulsiones esta temporada), pero deberían saber, como mínimo, que defender unos colores no es pegarse con el rival, es meterla cuando toca. La pelota, digo.Con la victoria de Almería, que sí está haciendo méritos para mantenerse, y el empate de la Ponferradina en Tenerife, al Mallorca sólo le queda ganar en Valladolid y cruzar los dedos.
El aficionado de a pie del Mallorca veníaextramotivado por la victoria y el ascenso que seis horas antes habían conseguido los niños de Javier Olaizola. Se había conseguido llenar el campo de Son Bibiloni y, además, se había ganado con máxima efectividad, que, a fin de cuentas, es lo que cuenta en Tercera. Además, se había preparado una conjura y se recibió al autobús como si de una eliminatoria de Champions League se tratara. Un gran número de aficionados bermellones quisieron vitorear a los de Fernando Vázquez a su llegada al campo. En lo estrictamente deportivo, el técnico de Castrofeito apenas introdujo variantes en la alineación. La sanción a Wellenreuther obligó a que fuera Cabrero quien guardara el marco local y Héctor Yuste volvió al once tras cumplir sanción. Se avecinaba una tarde de emoción, con horario unificado, de la que podían salir dos equipos de Primera División y, ¿por qué no pensarlo? la salvación matemática del Mallorca.
El aficionado de a pie del Mallorca venía
José Luis Oltra volvía a Son Moix y Florin Andone, como ex jugador del Atlético Baleares, ponía el morbo. Quien no pudo ser de la partida fue Xisco Jiménez por lesión. Los bermellones no entraron mal en el partido, pero se precipitaron en la acumulación de jugadores en campo contrario. Eso llevó a que el Córdoba hiciera mucho daño en varias contras. Fue Florin Andone quien en un saque de esquina adelantaría a los andaluces con una volea. El tanto verdiblanco desató el nerviosismo de forma definitiva en la parroquia bermellona y en el banquillo local. El colegiado advirtió en varias ocasiones a Fernando Vázquez y los mallorquinistas se vieron sin el control del partido y con los dos centrales amonestados. En la primera mitad se ha visto poco o muy poco de los locales. Los nervios estuvieron a flor de piel y ello costó que apenas se pisara el área de Razak.
La segunda mitad comenzó con un movimiento por parte del Mallorca: entró el joven Brandon Thomas en detrimento de Michael Pereira para buscar el desbordo. Este cambio permitió que tanto Héctor Rodas como Deivid estuvieran más atados y no estuvieran tan liberados como en la primera mitad. El Mallorca, consciente del desastre causado en la primera mitad, salió un una o dos marchas más. Y en seguida se notó. Pero la suerte llegó antes en el resto de estadios que en el resultado de Son Moix. Los goles de Tenerife y Mirandés provocaban el empate del Almería y la derrota de la Ponferradina, por lo que si el Mallorca remontaba el partido se salvaba matemáticamente. Fernando Vázquez movió ficha y dio entrada a Pol Roigé para sentar a un fundido/desaparecido/trasparente Salomao. El catalán ya había sido clave en el partido contra el Elche y a eso se aferró el técnico local.
Pero el encuentro estuvo en standby durante prácticamente todo el segundo tiempo. El Córdoba tenía la posesión pero de forma mansa y el Mallorca no sabía atacar. El peligro que generaron los locales fue mínimo o nulo, hasta que en el minuto 83, Alfredo Ortuño y Javier Acuña tuvieron dos ocasiones muy claras. De hecho, el primero estalló un disparo al larguero. El nerviosismo se había apoderado de los mallorquinistas y se pudo comprobar al minuto siguiente, cuando el colegiado expulsó con tarjeta roja directa a Óscar Díaz, que desde el banquillo recriminó al árbitro. El nerviosismo y la impotencia acabaría convirtiendo al Mallorca en un polvorín. Una provocación de Florin Andone al terminar el encuentro acabaría con una batalla campal entre los jugadores de ambos equipos y entre parte de los dos banquillos. Sólo la Policía tuvo el detalle de separar a ambos bandos. Ninguno de los dos quiso enfriar el asunto. Vergonzoso, la verdad.
Llegamos a la última jornada y el Mallorca va a tener que hacer el doble de trabajo. El primero, que ya de por sí es mucho, ganar fuera de casa. En el José Zorrilla. Y esperar a que pinchen Almería y Ponferradina. El Mallorca se ha ganado con creces bajar a Segunda B. Un equipo que en tres años en Segunda División no es capaz de estar entre los seis primeros ni una jornada y que espera resultados de otros campos sin hacer su trabajo para salvarse se define por sí solo. Además, de la prepotencia con la que se ha gestionado un club que lleva tres temporadas deambulando en el terreno de juego y en el palco sin rumbo alguno. La (única) buena noticia es que Maheta Molango, que creo que es un tipo con criterio, sabrá más de fútbol que cualquiera de los últimos 10 personajes que se han sentado en el palco. Ahora le tocará a él limpiar la plantilla. Pero, por si acaso, agotemos la vela de la última jornada.
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Aveldaño y Florin Andone en un lance del encuentro/ Imagen: LFP |
La segunda mitad comenzó con un movimiento por parte del Mallorca: entró el joven Brandon Thomas en detrimento de Michael Pereira para buscar el desbordo. Este cambio permitió que tanto Héctor Rodas como Deivid estuvieran más atados y no estuvieran tan liberados como en la primera mitad. El Mallorca, consciente del desastre causado en la primera mitad, salió un una o dos marchas más. Y en seguida se notó. Pero la suerte llegó antes en el resto de estadios que en el resultado de Son Moix. Los goles de Tenerife y Mirandés provocaban el empate del Almería y la derrota de la Ponferradina, por lo que si el Mallorca remontaba el partido se salvaba matemáticamente. Fernando Vázquez movió ficha y dio entrada a Pol Roigé para sentar a un fundido/desaparecido/trasparente Salomao. El catalán ya había sido clave en el partido contra el Elche y a eso se aferró el técnico local.
Pero el encuentro estuvo en standby durante prácticamente todo el segundo tiempo. El Córdoba tenía la posesión pero de forma mansa y el Mallorca no sabía atacar. El peligro que generaron los locales fue mínimo o nulo, hasta que en el minuto 83, Alfredo Ortuño y Javier Acuña tuvieron dos ocasiones muy claras. De hecho, el primero estalló un disparo al larguero. El nerviosismo se había apoderado de los mallorquinistas y se pudo comprobar al minuto siguiente, cuando el colegiado expulsó con tarjeta roja directa a Óscar Díaz, que desde el banquillo recriminó al árbitro. El nerviosismo y la impotencia acabaría convirtiendo al Mallorca en un polvorín. Una provocación de Florin Andone al terminar el encuentro acabaría con una batalla campal entre los jugadores de ambos equipos y entre parte de los dos banquillos. Sólo la Policía tuvo el detalle de separar a ambos bandos. Ninguno de los dos quiso enfriar el asunto. Vergonzoso, la verdad.
Llegamos a la última jornada y el Mallorca va a tener que hacer el doble de trabajo. El primero, que ya de por sí es mucho, ganar fuera de casa. En el José Zorrilla. Y esperar a que pinchen Almería y Ponferradina. El Mallorca se ha ganado con creces bajar a Segunda B. Un equipo que en tres años en Segunda División no es capaz de estar entre los seis primeros ni una jornada y que espera resultados de otros campos sin hacer su trabajo para salvarse se define por sí solo. Además, de la prepotencia con la que se ha gestionado un club que lleva tres temporadas deambulando en el terreno de juego y en el palco sin rumbo alguno. La (única) buena noticia es que Maheta Molango, que creo que es un tipo con criterio, sabrá más de fútbol que cualquiera de los últimos 10 personajes que se han sentado en el palco. Ahora le tocará a él limpiar la plantilla. Pero, por si acaso, agotemos la vela de la última jornada.
Marco Asensio debuta en la sufrida victoria de la Absoluta
El kilómetro cero hacia la próxima Eurocopa se encontraba en St. Gallen. En esta ciudad suiza, la selección española disputó el primer amistoso preparatorio para la Eurocopa. Los de Vicente Del Bosque sufrieron para ganar a una Bosnia que pecó de blanda, pero que exhibió calidad en varios de sus jugadores. Tres a uno. Dos obras de arte de Nolito y un tanto de Pedro eclipsaron un partido del gusto de un partido de preparación. Spahic, que se autoexpulsó antes del descanso. El mallorquín Marco Asensio debutó con los mayores con buenas sensaciones. En la primera mitad, el canterano mallorquinista aprovechó la separación entre las líneas bosnias para pedir el balón y buscar a los de arriba con descaro. De la segunda mitad, sólo jugó un cuarto de hora, para que tuvieran minutos el resto de jóvenes. En principio, este lunes tanto él como el resto de jugadores que vinieron en la lista adicional dejarán la concentración. Además, el seleccionador deberá de hacer dos descartes más para que queden sólo 23 jugadores en la lista definitiva. Lo que es seguro es que el de Calvià está quemando etapas a gran velocidad y su presencia en el equipo nacional será de cada vez más habitual.
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