El laboratorio de Mestalla

El laboratorio de Mestalla

Parémonos a pensar. Es necesario. Muy necesario. Sobre todo en el Valencia. Ese club al que yo tenía como una referencia hace diez años y que hoy ha heredado el título de el pupas que durante muchos años arrastró con orgullo el socio del Atlético de Madrid. Apenas hemos llegado al mes de competición y ya se ha cargado a Pako Ayestarán, ese hombre que llegó para ser el ayudante de Gary Neville la temporada pasada y que acabó salvando al club ché del descenso. La desastrosa trayectoria del inglés dirigiendo a los valencianistas (consiguió la primera victoria tras diez jornadas en Liga) provocó que Ayestarán asumiera el cargo del primer equipo de forma interina. El subidón que provocó que el vasco ganara varios encuentros seguidos y aferrara la permanencia sirvió para que le fiaran el proyecto de esta nueva temporada. Y este verano han venido jugones como Garay, Nani, Medrán o Munir y aún así el Valencia ha sido colista. Algo falla. 

¿Qué tienen en común Pellegrino, Juan Antonio Pizzi, Nuno Espirito Santo, Gary Nevilla y Pako Ayestarán? Efectivamente. Que cuando llegaron al banquillo ché tenían la misma experiencia en un banquillo de Primera que Carmen Sevilla. Esta tendencia por apostar por entrenadores poco experimentados comenzó en verano de 2012, cuando la directiva fió a Mauricio Pellegrino la difícil tarea de hacer olvidar a Unai Émery, que ha resultado ser como una ex: de una relación tormentosa a un "pues no estaba tan mal". El flaco apenas duró unos meses en el cargo y, previo paso del siempre dispuesto Voro, se recurrió a Ernesto Valverde. Realmente él ha sido el único de los ¡nueve (9) entrenadores! que han pasado por el banquillo de Mestalla que venía con muchos kilómetros en su currículum. Y así le fue. Un Valencia que deambulaba por mitad de la tabla acabó la temporada quinto. 

Pues en la cuestión llevo implícita mi solución. Si bien es cierto que el banquillo de Mestalla nunca se ha caracterizado por su estabilidad, sí que en varias épocas ha conseguido la tranquilidad que requería. Y los resultados han llegado. Pero desde ese verano de 2012, con Pellegrino como telonero, el banquillo de Mestalla ha pasado a ser un verdadero laboratorio. A toro pasado es fácil criticarla, pero esa política de apostar por jóvenes entrenadores o inexpertos es tan lícita como cualquier otra. Pero no nos engañemos. Sólo aparecerá un Guardiola cada cincuenta años. Además, no todos los entrenadores han podido trabajar en las mismas condiciones económicas. ¿Qué habría hecho Miroslav Djukic, Pellegrino o Pizzi con el presupuesto que ha inflado Peter Lim? Evidentemente, de poco sirve hacer fútbol ficción, pero son cuestiones que deberían de plantearse antes de criticar y, sobretodo, de comparar. 


Voro, presenciando un entrenamiento del Valencia / Imagen: MARCA

De los nueve entrenadores que han dirigido al Valenca desde 2012 (no nos olvidemos de Voro ni de Nico Estévez) sólo ha habido uno que haya agradado y convencido a la afición: Ernesto Valverde. Además, el que mejores resultados ha conseguido, a la vista  de la clasifcación.  Casualmente el entrenador más experto. El Valencia ha llevado en el pecado la penitencia. El apostar por entrenadores inexpertos hasta ahora le ha llevado a experimentar demasiado en un club demasiado exigente y ante una afición todavía más exigente. De ahí que el club de la capital del Turia haya sido la casa de tócame roque. 

Ahora se busca al décimo entrenador de este periodo. Seguramente la Federación, avalada por el artículo 162 del Reglamento,  no permita a Marcelino García Toral sentarse en el banquillo de Mestalla. El asturiano sería un gran candidato para los valencianistas. Un entrenador curtido en la élite y que apuesta por el juego vistoso. Nada mejor que eso para limpiar la imagen (u olvidarla) de los últimos años. Pero en el caso de que no sea Marcelino, están escritos mis requisitos para elegir entrenador. Además, hay perfiles muy variados en el mercado. ¿Por qué no pensar en Míchel o Rudi García, si se quiere buen trato del balón, Joaquín Caparrós, si se quiere contragolpe, o Fabio Capello, si se quiere defender bien? Se suele decir que el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra. El Valencia la ha pulverizado a cabezazos eligiendo a los entrenadores. El  de Mestalla debe de volver a ser un banquillo de referencia y no una simple probeta en la que se examine cualquiera. Lo agradecerá el propio entrenador, los jugadores, el club y, sobretodo, el aficionado.