El Real Madrid dará la bienvenida al año 2017 con la escarapela de campeón del mundo. Además, se convierte en el primer equipo pentacampeón de una competición mundial. Con Benzema, como principal artífice en el juego, y Cristiano Ronaldo, con tres goles, el Real Madrid consiguió batir a un Kashima armado de valor y sin complejos por tutear durante dos horas al campeón de Europa. Los blancos sufrieron mucho. Demasiado. Le dieron alas de manera innecesaria al 11º clasificado de la liga japonesa y volvieron a mostrar las debilidades que llevan arrastrando durante toda la temporada: la irregularidad en el juego y la defensa.
Para la cita, Zidane contó con los mismos once jugadores que habían derrotado tres días antes al Club América de México con la única novedad de Sergio Ramos, que entraba por Nacho. El camero terminaba el 2016 como el hombre de moda en Chamartín al haberse bautizado como el salvador de los últimos encuentros. No quería perderse un partido que podía suponer un título para clausurar un año que terminaba en el extremo contrario del que había comenzado. De la desorientación y fragmentación con la que los blancos comenzaron el año de la mano de Rafa Benítez, al super equipo que lleva 36 partidos sin perder y que ha alzado tres títulos con Zidane.
Desde el inicio ambos equipos tenían las estrategias muy claras. Eran partidarios de hacer lo que mejor sabían hacer y esperar el error del rival. El Kashima comenzó el partido atrás, cediendo la posesión a los españoles pero vigilando de reojo las posibles imprecisiones para la construcción de un posible contragolpe. Formaron un embudo de jugadores en su propio campo que obligó al Real Madrid, primero, a armarse de paciencia y, segundo, a jugar por las bandas. Los timoneadores Modric y Kroos no veían claridad arriba y decidieron que entraran en escena tanto Lucas Vázquez como Marcelo. Esos nombres debían de ser los puñales con los que llegar al marco visitante. Cristiano Ronaldo pecó de abandonar continuamente su banda para irse al medio y contribuir a esa superpoblación que habían iniciado los japoneses.
A los nueve minutos, el campeón de Europa lograría abrir el marcador. Una buena jugada de combinación acabó en las botas de Modric. El croata soltó un derechazo desde la frontal y el rechace lo cogió Karim Benzema, quien aprovechó que Shojji rompía el fuera de juego, para batir a Sogahata. Con más paciencia que juego, pero también con más convicción que los japoneses, el Real Madrid se ponía por delante. Con el marcador a favor, los blancos crecieron a partir de la posesión en el dominio del partido. Siguieron buscando unos espacios que los japoneses vendieron muy caros. Solo las subidas rápidas de los laterales y las arrancadas eléctricas de Lucas Vázquez conseguían descolocar a un Kashima que se beneficiaría casi sin darse cuenta de la lentitud que los madridistas ganarían con el paso de los minutos. El hecho de que el Madrid no se viese excesivamente exigido le pasaría factura a modo de aflojamiento. Esa lentitud (también puede llamarse relajación) les pasaría factura a los 44 minutos, cuando un centro raso lateral del equipo nipón lo aprovecharía Shibasaki para poner las tablas antes del descanso.
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Benzema y Cristiano, celebrando el gol, en el fondo, junto con Kroos, Casemiro y Ramos / Imagen: El Confidencial |
En la segunda mitad, el Real Madrid salió con la misma previsibilidad con la que había terminado la primera. Todavía apabullado por el mazazo inesperado recibido antes del descanso, los blancos no se atrevían a dar el paso hacia adelante para ir a por el partido. Los japoneses no modificaron ni un ápice su hoja de ruta y, con la velocidad como principal virtud, esperaron el error blanco para hacer daño. Sergio Ramos picó en la trampa. Un despeje de espaldas del sevillano lo aprovechó Shibasaki para ganar un lance con Casemiro y tras driblar a la defensa madridista batir a Keylor Navas desde fuera del área. Un gol totalmente imprevisto que obligaba al Real Madrid, ahora sí, a dar un paso definitivo si quería conseguir, seguramente, el título más asequible de la temporada.
Con más corazón que cabeza, y más por insistencia que por juego, los blancos acostumbraron a visitar con frecuencia el marco nipón. Al cuarto de hora de la segunda parte, un acto de fe de Lucas Vázquez por llegar a por un balón cerca del punto de penalti acabaría con una pena máxima para los blancos. El gallego llegó forzado a por el esférico, pero Shuto Yamamoto, previo agarrón, arrollaría con el tren inferior al extremo de Curtis. Desde los once metros, Cristiano Ronaldo no fallaría y neutralizó la ventaja que minutos antes habían conseguido los locales. El gol de penalti provocó que el Real Madrid hiciera un amago de despertarse. Se conectó Benzema. Se conectó Cristiano Ronaldo. Se conectó Modric. Y se conectó Kroos. Aunque sólo fuera por unos minutos. Con el francés despierto, el balón no dejó de circular cerca del marco de Sogahata. Pero en los últimos diez minutos, los blancos inconscientemente se echaron para atrás y cedieron toda la posesión a los japoneses, que, al igual que el Sporting o el Deportivo, creyeron más en la victoria que los blancos.
Por no haber cerrado el partido cuando debían y por haberle dado alas de forma innecesaria al undécimo clasificado de la liga japonesa (con todos mis respetos), el partido se iba a la prórroga. El Madrid había contribuido a que los japoneses emularan al Atlético: nunca dejes de creer, que dicen en el Manzanares. Pero a los siete minutos, un magnífico pase de Karim Benzema, lo recibiría Cristiano Ronaldo para batir con la pierna zurda y con un disparo raso al guardameta local y marcar el tercer tanto. Los blancos se quitaban un gran peso de encima al haber remontado un partido más que se les había puesto cuesta arriba. El Madrid era en cadáver andante en los últimos. Pero aun así eran superiores técnicamente y tácticamente. El Kashima lo fiaba todo a su velocidad. Pasado el minuto 100, Cristiano Ronaldo anotaría el cuarto gol para cerrar un partido descontrolado. Un partido para olvidar en cuanto a sensaciones.
Anotando...
Keylor Navas: 7. Seguro y valiente. Paró todo lo que estuvo en su mano y hasta salió de portería para despejar balones.
Carvajal: 5. Fue de más a menos. Acusó, como el resto de sus compañeros, la fatiga.
Varane: 4. La regularidad, su eterna asignatura pendiente. Sus imprecisiones le convirtieron en el mejor del Kashima.
Sergio Ramos: 4. Poco contundente atrás. Demasiados fallos de concentración. De un despeje regalado nació el segundo tanto nipón.
Marcelo: 6. Correcto hasta que le duró la gasolina.
Toni Kroos: 7. Magistral en la primera parte. El eje que coordinó al equipo.
Casemiro: 6. Se incrustró demasiado como tercer central para ayudar a Ramos y Varane y se le echó en falta, sobretodo en la segunda parte, en el medio.
Modric: 6. Fue un espejo del equipo. Cuando apareció, fluyó el balón. Acabó desgastado en defensa.
Lucas Vázquez: 8. Ha hecho olvidar por completo a Bale. La calidad del galés se sustituye corriendo el doble.
Cristiano Ronaldo: 6. Primera mitad muy lenta y segunda mitad fallona. Pero marcó tres goles decisivos (sobretodo el segundo).
Benzema: 9. El mejor partido del francés esta temporada. Cuando despertó, el equipo jugó y ganó movilidad arriba. No hay delantero que se asocie como él con sus compañeros en todo el mundo.
Isco: 5. Mucha traslación y poca asociación. Le faltó claridad de ideas.
Kovacic: 6. Aportó frescura. Físicamente estuvo muy por encima de sus compañeros. Mantuvo el nivel que lleva demostrando toda la temporada.
Nacho: 5. Entró en los momentos de menor peligro local. Apenas estuvo exigido.
Morata: 6. Firmó la mejor jugada del partido en el minuto 115. Tras 4 regates no pudo marcar su gol.
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