39 partidos sin perder. Ni uno más ni uno menos. Bueno, miento. Con uno más, el Real Madrid de Zidane superará la racha del Barça de Luis Enrique. Palabras mayores. Enfrente estuvo un equipo que no salió a competir. Un Granada demasiado tímido, desconectado y con aroma a Segunda División. El Real Madrid apenas tuvo que correr para superar las dos líneas de presión que había preparado Lucas Alcaraz para intentar rascar un punto de Concha Espina. Pero seguramente, por encima de récords y números, las dos buenas noticias que se pueden sacar del partido son: que los blancos han vuelto de vacaciones mejor que se fueron. Y, por otra parte, que desde la época de Mourinho no se veía a los blancos presionar tan bien la salida de balón del rival. Esa fue la principal arma con la que se desactivó al Sevilla en Copa y también ha sido el arma para endosarle una manita a un flojo Granada.
Con renovados deseos, el Real Madrid estrenaba el 2017 en Liga contra el Granada. En el horizonte estaba el récord del Barça de Luis Enrique de 39 partidos consecutivos sin perder que los blancos estaban a 90 minutos de igualar. Para ello, Zidane repitió la misma defensa y el mismo centro del campo que tres días atrás habían vencido al Sevilla. En la portería regresaba Keylor Navas y arriba la BBC recuperaba dos miembros.
El partido se resolvió en la primera parte. En la primera media hora, mejor dicho. Los blancos necesitaron un cuarto de hora de velocidad para noquear a un decepcionante Granada que había venido en son de paz. Sabían que no era su Liga, pero tampoco se esperaba tal desidia de los chicos de Lucas Alcaraz. A los once minutos comenzaba la sangría. Una jugada muy parecida a la que abrió el marcador en Copa del Rey volvería a servir en bandeja el primer tanto blanco. Fruto de la presión alta, Sergi Samper perdió un balón en zona defensiva, que Benzema aprovechó para asistir a Isco. El malacitano, sin una definición excesivamente ortodoxa, batió a Ochoa con un tiro raso y por qué no decir, parable.
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Isco, celebrando con Modric el primer gol del partido / Imagen: @LaLiga |
Con un disparo no excesivamente preciso, los blancos se ponían por delante. Sin demasiado tiempo para celebrar el primer tanto, el Real Madrid se encontró con el segundo. Hasta el momento los blancos no habían estado exigidos. Ni lo iban a estar. Con una mínima organización y la mejor presión blanca desde la época de Mourinho los blancos comenzaron todas las jugadas de peligro. Tras una buena jugada elaborada, e iniciada desde las propias botas del portero tico, Luka Modric dispararía desde el vértice del área y Benzema, en claro fuera de juego, cogería el rechace para anotar el segundo. El gato comenzaba el año maullando y Ochoa facilitaba el segundo gol con un despeje al centro. Error mayúsculo del azteca. Minutos antes de la media hora llegaría el tercer gol. Una buena combinación de Isco y Marcelo, con el regate malabarista habitual del brasileño incluido, acabaría en la cabeza de Cristiano Ronaldo para conseguir su gol.
Acto siguiente, el Granada pagaría de nuevo muy caro las imprecisiones en el pase con el mayor de los castigos posible. Modric recuperó un balón en la banda derecha, se insertó en el área y cedió con un pase raso a Isco para que el malagueño consiguiera su doblete particular. Los blancos se marchaban al descanso con cuatro goles. Con esta renta, prácticamente definitiva, Zidane optó por refrescar al equipo y dar descanso a piezas fundamentales. Así, Toni Kroos se quedaría en el vestuario para que entrara James Rodríguez, que tenía 45 minutos para demostrar continuidad tras su partidazo en Copa. El técnico de Marsella también dio minutos a Marco Asensio, que entró a los cinco minutos por Isco. El desastre táctico del Granada se vería reflejado a los 12 minutos de la segunda parte. Marco Asensio provocó una falta lateral, James Rodríguez la ejecutó magistralmente y Casemiro, absolutamente solo, batió de cabeza a Ochoa. El Real Madrid conseguía la manita antes de la hora de partido.
A los veinte minutos de la segunda parte, Zidane siguió con su política de descansos. Retiró a Marcelo, que cumplía una década en el club blanco, y entró Fabio Coentrao. El brasileño, tras diez años, convertido en uno de los ídolos del madridismo, se marchó ovacionado. Pero la jugada fea llegaría a los 72 minutos, cuando el defensa central Franck Tabanou entró con los tacos por delante a Carvajal cerca del córner. Acto siguiente, el jugador visitante se marcharía sustituido entre pitos. Los últimos veinte minutos apenas tuvieron chicha. Solamente un acercamiento del Granada que Keylor Navas desvió a córner. De esta forma, los blancos siguen sin perder y Zidane, según dicen, sigue con su flor. Una flor de 39 pétalos ya.
Anotando...
Keylor Navas: 5. Un disparo a puerta del Granada fue todo su trabajo. Sábado (casi) festivo para el tico.
Carvajal: 6. Tuvo que defender en muy contadas ocasiones. Dificilmente repetirá un partido en el que solo tenga que atacar.
Nacho: 6. Solo se preocupó de ganar los balones a la espalda y de achicar bien la presión.
Varane: 6. Partido plácido y sin exigencia.
Marcelo: 7. Puso todo el desborde y el peligro con Isco en la primera parte.
Casemiro: 6. Sin hacer ruido volvió a hacer un trabajazo. Lideró la presión en el centro del campo
Toni Kroos: 6. La gran presión colectiva le descargó de trabajo. Aun así, coordinó los ataques a su antojo, como de costumbra.
Modric: 7. El Madrid no necesitó de su mejor versión. Pese a ello, volvió a dar un recital de visión de juego.
Isco: 8. El mejor de los blancos. Está demostrado que cerca del área explota todas sus virtudes. Contestó al partidazo de James con un doblete.
Benzema: 7. Asistió a Isco en el primer tanto y anotó el segundo. Abrió espacios e hizo jugar a sus compañeros. Juega y marca. En su línea.
Cristiano Ronaldo: 6. Celebró el Balón de Oro marcando. El Granada no le exigió.
Marco Asensio: 6. Aportó su trabajo habitual. Magnífico revulsivo.
James Rodríguez: 7. De sus botas nació el quinto gol. Distribuyó bien y aportó continuidad a la fluidez de Kroos.
Fabio Coentrao: 5. Buenos minutos para coger el ritmo. Salió cuando el Madrid había bajado la intensidad.
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