El Real Madrid selló el pase a su tercera final de Champions League en los últimos cuatro años. Los blancos comparecieron veinte minutos más tarde de la hora prevista en el Vicente Calderón. Necesitaron encajar dos goles para encarar el partido con la intensidad necesaria y adueñarse del partido. Un partido que tuvieron controlado cuando decidieron optar por tener la posesión. Un partido que decidieron dirigir a su antojo Modric e Isco. Los chispazos del malagueño derivaron en el gol que finiquitó la eliminatoria y desactivó a un Atlético que había hecho creer a su afición que la remontada era posible. No solo con sensaciones, también con goles. Pero sustituyeron intensidad por cacería y desecharon el resto de la primera mitad. Las escuetas apariciones de Carrasco y el empuje de Correa permitieron que los rojiblancos no perdiesen la fe en volar a Cardiff. Hasta que Cakir pitó el final.
Era una final para pasar a una final. Solamente con esa lectura se podían asegurar los blancos eliminar a un Atlético de Madrid que se había encomendado a su fuerte para optar a la remontada: el ambiente del Vicente Calderón. La losa era importante. Era difícil pensar que los rojiblancos pudiesen marcarle tres goles al Real Madrid. Sin embargo, 26 meses atrás le habían metido cuatro en ese mismo escenario. Un Vicente Calderón que vivió su última noche europea. Zidane no escatimó en dosificaciones y alineó al once de gala, más la inclusión de Isco, el más en forma del equipo B, que ocupó, un partido más, la baja de Bale.
El vigente campeón de Europa compareció veinte minutos tarde. Comenzó renunciando al balón y cediendo la iniciativa y las primeras ocasiones a los locales. Sin embargo, Oblak sería el primer protagonista de la tarde. El portero esloveno sacó una mano providencial a los seis minutos a Casemiro para salvar la eliminatoria. Pero a los doce minutos, el Atlético encontraría el primer gol en la cabeza de Saúl Ñíguez. El canterano se impuso a la defensa posicional y descoordinada madridista para causarle el primer disgusto de la tarde. El Real Madrid no había comparecido en ataque, pero tampoco en defensa. Se vio en la defensa en zona en el corner del primer gol. Pero, sobre todo, en el penalti que cometió Varane para propiciar el segundo tanto rojiblanco. El segundo tanto, de Griezmann, acabó de enganchar a la afición rojiblanca, pero, sobre todo, de ilusionarla con vencer al amo de las remontadas. Poco a poco, el Real Madrid se fue desquitando de la presión local, con Isco en el timón y Modric en la decisión. Los blancos consiguieron frenar el empuje atlético con mayor posesión. El Atlético, por su parte, fue sustituyendo la presión por la cacería.
La figura de Isco fue creciendo y el Real Madrid se fue encontrando. El momento cumbre llegó a cinco minutos del descanso. Momento en el que Benzema se vio rodeado de tres jugadores rojiblancos cerca del córner. El francés engañó con el cuerpo, se desmarcó, ganó línea de fondo y sirvió el gol del empate. El disparo de Toni Kroos lo paró magistralmente Oblak, pero Isco cogió el rechace para batir al guardameta local
En la segunda parte se cambió totalmente el guion con respecto a cómo había comenzado el partido. Modric y Toni Kroos ganaron presencia en el centro del campo y consiguieron tumbar el partido a favor de su equipo. Ante el dominio visitante, Simeone decidió dar entrada a Thomas y a Gameiro en detrimento de Giménez y Fernando Torres para ganar presencia en el medio. Así, el Atlético interrumpió a los veinte minutos el dominio madridista con una doble oportunidad, ocasionada por un resbalón inoportuno de Danilo. Carrasco, en primer lugar, y Gameiro con un rebote tuvieron el gol en sus botas, pero se encontraron con dos manos salvadoras de Keylor Navas. Tres minutos después, el colegiado anuló un gol dudoso a Cristiano Ronaldo tras un saque de esquina por fuera de juego.
El Atlético afrontaba los últimos veinte minutos con mayor verticalidad desde la entrada de Gameiro. Pero el guion no variaría. Instantes antes de llegar al minuto 75 Benzema tendría en su cabeza la sentencia definitiva. Para el último cuarto de hora, Zidane decidió pasar al 1-4-4-2 y metió a Marco Asensio y Lucas Vázquez por Benzema y Casemiro. Simeone dio entrada a Correa, quien, instantes después de entrar, sirvió en bandeja a Gameiro un gol que el francés, a un metro de la portería, no fue capaz de materializar. De esta forma, el Real Madrid (y Zidane) llega a tres finales en los últimos cuatro años. Algo tremendamente complicado. Tan complicado que ni el mejor Barça de la historia, que hace siete años dirigió Pep Guardiola, fue capaz de conseguir. Ahora el Real Madrid puede volver a hacer historia. Puede ganar dos Champions consecutivas. El primer paso para conseguirlo es olvidarse de la hazaña que pueden conseguir.
Era una final para pasar a una final. Solamente con esa lectura se podían asegurar los blancos eliminar a un Atlético de Madrid que se había encomendado a su fuerte para optar a la remontada: el ambiente del Vicente Calderón. La losa era importante. Era difícil pensar que los rojiblancos pudiesen marcarle tres goles al Real Madrid. Sin embargo, 26 meses atrás le habían metido cuatro en ese mismo escenario. Un Vicente Calderón que vivió su última noche europea. Zidane no escatimó en dosificaciones y alineó al once de gala, más la inclusión de Isco, el más en forma del equipo B, que ocupó, un partido más, la baja de Bale.
El vigente campeón de Europa compareció veinte minutos tarde. Comenzó renunciando al balón y cediendo la iniciativa y las primeras ocasiones a los locales. Sin embargo, Oblak sería el primer protagonista de la tarde. El portero esloveno sacó una mano providencial a los seis minutos a Casemiro para salvar la eliminatoria. Pero a los doce minutos, el Atlético encontraría el primer gol en la cabeza de Saúl Ñíguez. El canterano se impuso a la defensa posicional y descoordinada madridista para causarle el primer disgusto de la tarde. El Real Madrid no había comparecido en ataque, pero tampoco en defensa. Se vio en la defensa en zona en el corner del primer gol. Pero, sobre todo, en el penalti que cometió Varane para propiciar el segundo tanto rojiblanco. El segundo tanto, de Griezmann, acabó de enganchar a la afición rojiblanca, pero, sobre todo, de ilusionarla con vencer al amo de las remontadas. Poco a poco, el Real Madrid se fue desquitando de la presión local, con Isco en el timón y Modric en la decisión. Los blancos consiguieron frenar el empuje atlético con mayor posesión. El Atlético, por su parte, fue sustituyendo la presión por la cacería.
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Casemiro y Cristiano Ronaldo, celebrando el gol de Isco en la primera parte / Imagen: @ChampionsLeague |
La figura de Isco fue creciendo y el Real Madrid se fue encontrando. El momento cumbre llegó a cinco minutos del descanso. Momento en el que Benzema se vio rodeado de tres jugadores rojiblancos cerca del córner. El francés engañó con el cuerpo, se desmarcó, ganó línea de fondo y sirvió el gol del empate. El disparo de Toni Kroos lo paró magistralmente Oblak, pero Isco cogió el rechace para batir al guardameta local
En la segunda parte se cambió totalmente el guion con respecto a cómo había comenzado el partido. Modric y Toni Kroos ganaron presencia en el centro del campo y consiguieron tumbar el partido a favor de su equipo. Ante el dominio visitante, Simeone decidió dar entrada a Thomas y a Gameiro en detrimento de Giménez y Fernando Torres para ganar presencia en el medio. Así, el Atlético interrumpió a los veinte minutos el dominio madridista con una doble oportunidad, ocasionada por un resbalón inoportuno de Danilo. Carrasco, en primer lugar, y Gameiro con un rebote tuvieron el gol en sus botas, pero se encontraron con dos manos salvadoras de Keylor Navas. Tres minutos después, el colegiado anuló un gol dudoso a Cristiano Ronaldo tras un saque de esquina por fuera de juego.
El Atlético afrontaba los últimos veinte minutos con mayor verticalidad desde la entrada de Gameiro. Pero el guion no variaría. Instantes antes de llegar al minuto 75 Benzema tendría en su cabeza la sentencia definitiva. Para el último cuarto de hora, Zidane decidió pasar al 1-4-4-2 y metió a Marco Asensio y Lucas Vázquez por Benzema y Casemiro. Simeone dio entrada a Correa, quien, instantes después de entrar, sirvió en bandeja a Gameiro un gol que el francés, a un metro de la portería, no fue capaz de materializar. De esta forma, el Real Madrid (y Zidane) llega a tres finales en los últimos cuatro años. Algo tremendamente complicado. Tan complicado que ni el mejor Barça de la historia, que hace siete años dirigió Pep Guardiola, fue capaz de conseguir. Ahora el Real Madrid puede volver a hacer historia. Puede ganar dos Champions consecutivas. El primer paso para conseguirlo es olvidarse de la hazaña que pueden conseguir.
Anotando...
Keylor Navas: 8. Clave. Apareció cuando tenía que aparecer. Doble parada salvadora a Carrasco y Gameiro que vale tanto como un gol.
Danilo: 6. Está claro que no es Carvajal, pero cuando subió nutrió de balones a Cristiano.
Sergio Ramos: 5. Hiperventilado, fuera de sí. El Atlético ganó la batalla por arriba.
Varane: 5. Despistado y arrastrando la torpeza de la temporada.
Marcelo: 7. Uno de los conductos preferidos de los blancos para atacar. Sin demasiado desborde, pero con recorrido.
Casemiro: 7. Dueño del centro del campo. Fue desactivando a Gabi.
Modric: 8. Partidazo. Su mejor versión llega en el tramo clave de la temporada.
Toni Kroos: 6. Puso la pausa y la organización cuando el equipo lo requería.
Cristiano Ronaldo: 5. Desaparecido. Falló controles inhabituales.
Isco: 8. El mejor junto con Modric. Es la representación de que el equipo B ha tirado la puerta.
Benzema: 7. De una genialidad suya nació el gol del empate. Varias jugadas aisladas, pero determinantes.
Marco Asensio: 6. Dio continuidad al dominio en el centro, pero no desequilibró.
Lucas Vázquez: 5. Sin demasiada profundidad.
Álvaro Morata: 5. Salió en los últimos minutos más para perder tiempo que para dar alternativas.
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